miércoles, 5 de diciembre de 2012

Rosario de calamidades


Richard Roselló

La vida de Caridad Rosa Mederos Peralta, de 66 años, cambió desde que un vecino en bajos, mutilara una escalera que daba acceso a su casa para construir una cocina en su lugar.

Sucedió en el 2009 que Mederos Peralta, residente en ave: 7 No. 6208 e/ 62 y 64 de la localidad costera de Surgidero de Batabanó, antigua provincia La Habana, comenzó a vivir como víctima, los amargos días, meses y años de un injusto y desequilibrado conflicto entre vecinos y el Estado revolucionario.

Un fin espurio justifica los medios

Peralta sintió moverse el piso y el techo bajo sus pies y cabeza cuando en el 2009 la Dirección Municipal de la Vivienda declaró ¿su casa en peligro de derrumbe por inundación marítima?

Hablamos de un modulo de madera construido en 1912 y en buen estado de conservación. “No se mojaba, poseía ventanas ajustadas y holconería, paredes, techos y tabiques y piso firme”, según la residente. Habitaba el mismo desde 1970 y aunque sus documentos señalan que su residencia era parte de un usufructo, tenía pagado el valor del mismo hacia años. Se componía de 3 cuartos, sala, recibidor, 2 cocinas, baño y terraza.

Mas, cuenta Caridad Rosa que lo que no estaba en buen estado era la vivienda en bajos donde vive Yosvanni Borda Rodríguez. Relata la afectada que ese “sujeto no cuidaba su casa y arrancaba tablas de las paredes con la que se fue degradando el basamento de los horcones” por lo que puso en peligro su vivienda y la de Caridad.

Ambos vecinos, tanto Borda como Osmil Santana (un transeúnte local), valiéndose del dictamen de la DMV pusieron en jaque mate la vivienda de los altos, haciendo y desasiendo a su antojo por impunidad de un respaldo oficial.

Comenzaron por eliminarle la escalera de acceso. Peralta por cierto, tuvo “que ingeniársela, ir al monte, cortar maderas, buscar puntillas y fabricar una escalera rústica y peligrosa por el exterior” para cuidar y velar por los bienes que permanecían atrapados en su interior.

Luego, comenzaron a extraviársele sus pertenecías. Desapareció el reloj contador de electricidad por lo que quedó sin fluido, ni agua.

No suficiente. Le impusieron el acoso y la presión. Trajeron un inspector de vivienda muy brabucón para desalojarla. Y un buen día sorprendió a Borjas en el interior de su casa, despojándola del resto de sus bienes. Había penetrado por el fondo y accedió rompiendo unas tablas. Estaba allí “con autorización de la Delegada de su zona, quien le ordenaron incautar sus pertenencias y dejarlas (sin custodio) en la planta baja, donde luego fueron desapareciendo una tras otra”, nos dice.

Caridad en medio de aquella circunstancia forzada no encontró solidaridad por ningún lado. Salvó algunos pocos bienes que trasladó a casa de su hija y perdió otros muy importantes en una localidad donde el bandolerismo impera. Un balón de gas, cama, escaparate, mesas con 4 sillas, sacos de ropas, un DVD, documentos personales, tanque de agua, materiales de construcción (cabillas, bloques de cifore, losas de piso, tuberías). También ollas de presión, cazuelas, jarros, cafetera, cuchillos, plancha, 6 sillas, prendas personales, espejo y otras cosas que debieron haberle costado desvelos y esfuerzos el adquirirlas durante décadas.

Finalmente los comisores de esta historia, la cual da ira escuchar, lograron sus designios: demoler su casa y apropiarse de cuanta tabla, horcón, ventanas, balaustres, cartón de pared, vigas, tejas, vigueta, cables y otras utilidades cayeran en manos impropias. De aquella casa, donde nacieron y corrieron sus hijos, no pudo ni preservarse su nombre.

La revolución no deja desamparado a nadie

Caridad y cualquier otro cubano han mirado con desconfianza este despectivo slogan que tanto dice prometer en consignas y no así en la práctica. Desde luego que Caridad no se quedó “desamparada”.

Aun así, la historia alerta de que para cumplir un objetivo tan sensible como un techo o, cambio de una vivienda a otra, tienen que crearse las premisas lógicas para que la garantía sea efectiva y no un tormento.

También es cierto que la vida de Caridad y su vivienda estaban en peligro, a causa de la  indolencia de unos. En cambio, las autoridades locales en vez de reparar la vivienda de los bajos,  otorgaron a la afectada un tránsito a otro aposento no menos angustiante.

El lugar debió haber sido frustrante y humillante. Un baño público de un antiguo paradero de ómnibus abandonado pasaba a fungir de vivienda temporal. Por tanto, violada sus normas de convivencia, Caridad tuvo que enfrenarse a otro episodio doméstico más calamitoso. Limpiar y desinfectar el reducido espacio de 8 m2. Para colmo invirtió su dinero en sacar escombros. Con ayuda de un albañil asignado por DMV abrió ventanas y por sus medios consiguió una puerta al local. Allí llevo su colchón, frigidaire, un TV, un sillón y una mesita era lo que pudo caber.

No obstante, el local adolece de una meseta para colocar su cocina y ello le imposibilita cocinar. Después de más de un año de residir en ella, recientemente y por gestiones suyas, Caridad desayuna, almuerza y come en un asilo de anciano situado a 3 kilómetros de donde reside.

Estamos hablando de una persona divorciada, percibe un retiro de 100 pesos otorgado por su ex esposo. De ellos, 60 pesos los utiliza para pagar un frigidaire adquirido. Como no cuenta con los años de trabajo, vive de limpiar casas, lavar y planchar a domicilios.

También, por cuenta propia, hizo gestiones para que le asignaran un terreno y construir en la zona de desarrollo en Batabanó. Pero sin recursos ni ayuda, Caridad sigue viviendo su vida como una habitación, con todas sus puertas cerradas.

Y cuando ocurra un llenante de mar sobre la población de Surgidero como resultado de algún ciclón, el cuchitril de Peralta, incluyendo sus limitados bienes serán los primeros en ser golpeados por su cercanía al mar. Entonces su historia, seguirá encerrada en el absurdo.

En vez de ayuda: indiferencia y maltratos

Otras de las malas experiencias por la que ha tenido que pasar Caridad es la indiferencia y los malos tratos, enfermedades de la estructura gobernante dispuesta a acabar con las costumbres, la decencia y la ecuanimidad.

Desde el 2009, Mederos Peralta viene alertando a organismos locales y gobierno central de quejas no solo por asuntos de viviendas sino por crueles tratos de aquellos que en verdad tienen que velar por el orden.

El 8 de julio del 2009, luego de oídos sordos en los organismos municipales, Caridad escribió una queja al Consejo de Estado que obra en su poder. Se refiere a su situación de vivienda con los vecinos y los malos trabajos de esa entidad local.

Otra misiva está fechada con el 12 de junio del 2010 por el maltrato que sufrió de agentes de la policía de Batabanó.

Una tercera es una acusación ante la policía con No. 4614/2011 por allanamiento o violación de domicilio de un vecino.

Aun así, Rosa Mederos se envió envuelta en un costoso papeleo burocrático de denuncias cuyas respuestas no han surtido efecto. Para mal, quedaron en frases técnicas y cuadradas que no ayudan a nadie. Véase las respuestas de la Fiscalía General de la República, dirigida a la nueva provincia Mayabeque el 30 de agosto del 2011 y otra del 8 de diciembre de ese año.

En resumen: Caridad no ha recibido una respuesta contundente contra los comisores de delitos. Dígase los que se apropiaron de bienes, los que ejercieron abuso de autoridad. Mientras tanto Fiscalía local le sigue dando evasivas a sus demandas.

Y todo esto solo nos indica algo. Después de tantos años de haber sufrió una lista de daños, lo único que Caridad ha conseguido es una respuesta verbal. Más bien informal: “No hay delito”, según le comunicó una funcionaria que representa la Ley.

Entonces, si aquello que nos hace humano son los derechos, Caridad Rosa Mederos Peralta de la tercera edad, perdió los suyos y hasta el nombre.

¿Será por ello que las autoridades no les hacen caso como ocurren en otras situaciones?

richardrosello@yahoo.com

Tornado en Mayabeque ocasiona algunos daños


Richard Roselló

Un tornado de baja intensidad y de poca duración ocasiona daños materiales al pasar por un extremo de la cabecera del municipio —sur costero— de Batabanó, provincia Mayabeque, el pasado jueves 13 de septiembre a las 2:30 pm.

Destrozos en paredes, techos derrumbados de vivienda, afectaciones a plantaciones de plátanos, berro y arroz de carácter privado; cables caídos del tendido eléctrico, arboles dañados, destrozos a infraestructuras viales y dos lesionados fue el saldo que dejó el fenómeno meteorológico.

“Vi descender  (al rabo de nube) desde el cielo en apenas cien metros ante de mí, de pronto, planchas de metal, piedras y maderas volaban en espiral. El viento era fuerte que tuve que correr y refugiarme en un cementerio cercano. La lluvia era intensa”, indicó Lázaro Rodríguez. Según el testigo “dos personas que se resguardaban bajo una parada de ómnibus fueron impactados por pedazos de teja de fibrocemento del techo que fue destrozado en pedazos”.

El tornado atravesó durante unos veinte minutos un costado del pueblo (de Batabanó) y se fue debilitando cuando se alejaba rumbo a la costa marítima del municipio. Es el segundo en dos años que impacta la municipalidad, según varias fuentes.

“El anterior tuvo un curso similar y los daños se adjudicaron a los cultivos de estanques de agua”, expresó Javier Cepera un morador del pueblo.

richardrosello@yahoo.com

Seguridad del Estado en alerta por éxodo de balseros en costa sur de Mayabeque

Richard Roselló

Operativos de Tropas Especiales bajo la supervisión de Seguridad del Estado recorren la costa de sur de la provincia Mayabeque en busca de salida de balseros clandestinos. La movilización incluye además, citaciones policiales contra emigrantes y personas sin empleo a fin de conocer su estatus actual.

El pasado jueves 13 de septiembre, Luis Alberto Domínguez García fue citado de manera informal para la cede de Seguridad del Estado local por la preocupación de una supuesta salida ilegal del país.

Domínguez García quien ha tenido dos intentos fallidos de salida del país, ha sufrido detenciones, registros y castigo de multas por su trabajo informal de venta de carne de cerdo. García  quien ha sido advertido en varias ocasiones respondió a la entrevista señalando a la autoridad que poseía “un estatus de refugiado y que no tenía la más leve intención de emigrar por esa vía”.

Otro grupo de jóvenes fueron también citados ante la preocupación de un inesperado éxodo masivo de jóvenes que salen vía legal por el sur de la provincia Mayabeque con destino a México.

Una fuente digna de confiar que pidió no ser nombrada, calcula que en los tres últimos años, “mas de 200 personas en edad juvenil han emigrado con balsas rusticas al país azteca por la grave crisis política y económica en la que viven bajo un futuro incierto”.

richardrosello@yahoo.com