domingo, 26 de diciembre de 2010

Presencia Checa en Cuba

por Richard Roselló

Periodista Independiente

 

21 de diciembre de 2010

 

Es bueno beber cerveza, pero también es bueno hablar de esa fuente de placer y cultura que aportan las famosas cervezas Kaiser, Budweiss, Bohemia Beer y la mundialmente conocida Pilsen checoslovaca que desde la remota fecha de 1880, entran a Cuba, vía marítima a través del dominio comercial Austro-Húngaro. La isla a cambio, intercambia artículos cubanos: café, azúcar y tabacos criollos, componentes básicos que acompañan la mesa aristocrática europea.

 

Las relaciones comerciales y diplomáticas Cuba-Checas aunque escasas y significativas nacen con el libre comercio cubano del siglo XIX en la que participarán una decena de naciones que contribuyen a asentar costumbres en la idiosincrasia criolla.

 

A mediados de 1940, huyen del nazismo una pequeña comunidad de checos y polacos que piden refugio y trabajo en Cuba. Estos se mezclan con el componente de mayor peso dentro de la sociedad hasta conformar sus propios comercios minorista, tiendas de vestir y calzar.

 

Al igual llegaron chinos, sirios, africanos, indios, españoles, italianos y franceses que crean una acuarela de culturas para fortalecer la nacionalidad de la isla.

 

Con la revolución de 1959, aunque no muy sólidas, el intercambio comercial Cuba-Checo, el mayor en su largo periodo de relaciones, marcó pautas significativas en la mente de no pocos cubanos. Tienen lugar los convenios con el antiguo campo socialista y el posterior acuerdo del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) en 1979, en la que la isla recibe recursos para fortalecer e industrializar al nuevo socialismo en América.

 

Muestra de dichos lasos se crea en 1963 al establecerse una embajada Checoslovaca en La Habana. En ese año, se inaugura una secundaria básica en el Municipio Artemisa bajo el nombre de Republica Popular de Checoslovaquia. Igual, se abrirá, una “Casa de Cultura Checoslovaca” en una céntrica zona de la Rampa, en la capital, dedicada a la promoción artística y cultural de esa sociedad. Contaba con salas de exposición, teatro, talleres de conferencias; venta de discos, libros y otros temas en sus relaciones de amistad.

 

Durante los años 70, nace como símbolo de dichos acuerdos algunos centros de servicios con ciudades checoslovacas. El “Bar Bohemia” estaba en el edificio Foxa y el restauran “Praga” en las calles de Infanta y Neptuno, ofertaba platos tradicionales.

 

Foto: Karel Gott

 

En música, los checos, dejaron en Cuba su impronta cultural. La Orquesta Filarmónica de Bohemia nos visitó una vez y en la radio se trasmite música clásica periódicamente. En 1973, visita el país, invitado al Festival Internacional de Varadero el cantante checo, Karel Gott. El artista se encariñó con los cubanos y regresó en otra temporada. Para recuerdo de todos, hizo famosa en su voz, la popular canción cubana “La Guantanamera”, en su propio estilo. De él recordamos las piezas: “Ella es como es” y “Ladys Carnaval”.

 

Pero no fue el único. Otros como Eva Pilarova trae en su cancionero música jazz para el auditorio cubano, mientras Nada Urbankova atrae a la juventud interpretando música country; incluyendo a Eva Masikova, se caracteriza por sus interpretaciones del pop. En el género cinematográfico diversas cintas son transmitidas en salas de cine y televisión. “Vacaciones de verano” y “Bals para un Millón” obtienen rotundo éxito. Entre otros filmes, se transmitió los de corte animado “Los dos chapuceros”.

 

Foto: Eva Pilarova

 

Cierto que los cubanos no olvidamos desde mediado de los años 70 aquellos ruidosos ómnibus Skoda, semejante a un pepino, andar a prisa por calles y avenidas. Unos trescientos vehículos, de uso, fueron donados al país para prestar servicios en tres municipios habaneros por la dificultad del transporte y la ruptura en las relaciones con EEUU.

 

Pues bien. Los Skoda brindaron viajes en tramos largos de La Habana, tragándose decenas de kilómetros, con motores de seis cilindros, altamente resistente y bajo un régimen forzado de trabajo a temperaturas superior a los 35 grados. Capaz de recorrer el país sin averiarse. Única de su tipo, motor confiable, porque se rompían poco. Las Skodas en fin, sin piezas de repuesto duraron poco más de media década y gracias a la voluntad de ciertos cubanos aun ruedan algunas.

 

Foto: Skoda

 

Las locomotoras checas rodaron por el territorio nacional en el traslado de caña de azúcar para centrales azucareros. En equipos de camiones, brindaron larga utilidad en puertos y almacenes de la economía interna. Fueron las marcas Lia una generación más avanzada de la Skoda. También los camiones Tatra, Praga y Avia. Después de más de veinte años de explotación, siguen prestando ayuda. Maquinarias agrícolas ingresaron en 1980 a la producción nacional. Dimos la bienvenida a tractores CT 300 y MTZ. Pero desaparece por falta de repuesto, tras la llegada de masivos tractores  rusos.

 

Foto: Camino Tatra

 

Parte de otros convenios abarca la industria turística. Viajes de estímulos forjan una nueva generación de obreros vanguardias que visitan Checoslovaquia y otros países socialistas: Alemania, Rusia,  Bulgaria. Se trata de un turismo controlado con prohibiciones de acceso a áreas capitalistas.

 

Desde 1922 ruedan por Cuba las motos CZ  de amplia demanda. Con la revolución entraron y aun sobrevive la marca Jawa. Las últimas llegaron en 1989 traídas por cubanos que fueron a estudiar y trabajar a dicha republica. Técnicos y personal diplomático cubano trajeron de Europa autos Skodas. Además, tecnologías checas aportaron a Cuba a la industria del vidrio. La fama de las desaparecidas cervezas cubanas: Hatuey y Polar, se debió al excelente lúpulo checo. En la zona del Cotorro de la capital, se levantó una fábrica de cerveza con recursos de esa nación.

 

Lápices de colores y tintas checos, así como alemanes llegan masivamente después de 1962. Por su buena calidad, dan paso a una industria del lápiz, única en Cuba, con tecnologías mixta, preferentemente checas. Estuvo en Batabanó, un pueblo al sur de la provincia Habana, pero desapareció a fracasos técnicos y su alto costo productivo.

 

Las cervezas Pilsen destinadas al turismo extranjero fueron importadas en los primeros veinte años revolucionarios. También armamentos de tropas terrestres: la sub ametralladora modelo 25 y el fusil automático R2 (M 52) así como una lanza cohete en camión de la segunda guerra mundial, se utilizó por el ejército cubano.

 

Checas fueron las líneas del tendido eléctrico. Las cocinas Electro Praga que entraron en 1967 y aun siguen siendo insuperables. El sistema de audio marca Tesla entró a fines de los ‘80 dando apoyo a las actividades recreativas. Los componentes electrónicos Teslas resuelven largas penurias de carencias de repuestos en talleres de radio y televisión. De gran utilidad fueron las plantas de soldaduras checas y los motores de agua Skoda que presta servicios en cooperativas agrícolas.

 

Los primeros pilotos de combate cubano, en 1961, fueron a estudiar a Checoslovaquia y a su vez aviones checos T 38, de dos plazas, se usan en Cuba para el entrenamiento de pilotos de la fuerza aérea.

Pero estas relaciones e intercambios económicos llegan a su fin, en 1989, tras la desaparición del campo socialista; los checos se independizan de los eslovacos.

 

En la actualidad ese dúo de naciones mantienen frías relaciones con la isla caribeña.


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