domingo, 28 de noviembre de 2010

Suecos en Cuba: tres celebridades en América

por Richard Roselló

Periodista Independiente

 

16 de noviembre de 2010

 

Los cubanos han sentido siempre una gran atracción por el teatro musical en todas las variedades. Han sido numerosas las manifestaciones en la escuela cubana; el drama, la zarzuela española y la opereta; el teatro y la tonadilla. Pero el ballet y la opera, fueron el bálsamo de las ansiedades.

 

Foto: Teatro Tacón de La Habana

 

Tres gloriosas constelaciones de estrella se hicieron sentir en América durante el siglo XIX de la Cuba española. Dos de ellas pasaron por el Teatro Tacón de La Habana: la bailarina Fanny Elssler y la soprano, Jenny Lind (1820-1887), conocida como el ruiseñor sueco. Una tercera muy especial fue María Taglioni, bailarina sueca, que aunque nunca estuvo en Cuba su nombre fue muy famoso.

 

Fue una época en que La Habana antes de mediar dicha centuria se había ganado el apelativo de Capital Filarmónica de Nuevo Mundo. Y razones sobraban.

 

Quienes tuvieron el privilegio de ver y escuchar en aquellos tiempos inolvidables del Teatro Tacón a los italianos: Clorinda Pantanelli, Teresa Rossi, a Lorenso Salvi, Albina Steffanoni, Angelina Bosio, Adelaida Ristori, Fortunata Tedesco, los franceses Ravel, Fanny Elssler, Jenny Lind, Matilde Diez (Española), Enrique Herz (Alemán), El Coro de las Niñas de Viena, Hasen (E.U), Catalina Hayes (Irlandesa) y los alemanes Herr Krausz y el compositor Giacomo Meyerbeer y muchas estrellas, podrán afirmar la gran vida artística que tuvo aquel meritorio escenario.

 

De cuantos artistas, grandes y pequeños, pisaban Cuba, una gran cantidad cuando menos actuaba en el escenario del Tacón ante las 3000 localidades.

 

El vapor Teviot a cuyo bordo vienen los grandes artistas líricos que han de conformar las delicias de La Habana en el gran Teatro, llega con una de sus estrellas. La Habana vacía sus bolsillos para ver en bailar a la Elssler.

 

Foto: Fanny Elssler

 

El 23 de enero de 1841 la actriz sueca Fanny Elssler (1810-1884), se presentaba junto a la compañía francesa de los Raveles en el Tacón de La Habana.

 

Un gentío inmenso llenaba el gran circo del Tacón. Fanny había convocado a su espectáculo todo lo que de culto y hermosos encerraban las murallas de La Habana y su población de extramuros. La primera noche los plausos y su actuación hicieron historia en toda la ciudad. Los periódicos no dejaban un solo instante de referirse a su actuaron especial.

 

La encantadora Fanny (bailarina, la reina de la danza) aplaudida con entusiasmo en Petersburgo, en París, en Londres, en tantas capitales de la Europa, no podía menos de obtener igual acogida de este público de La Habana.

 

En 1840 embarcó de Europa hacia Estados Unidos para una gira de tres meses que duró dos años. Allí fue enormemente aclamada y llegó a actuar ante el presidente de Estados Unidos.

 

Quizás Elssler fuese más conocida por sus representaciones de danzas húngaras, polacas y españolas, especialmente de la cachucha, danza española ejecutada con gran acierto, y que identificó el temperamento exuberante de la bailarina a lo largo de su carrera.

 

El ballet romántico, sin embargo, no se inspiró exclusivamente en temas sobre seres de otro mundo. La Fanny Elssler popularizó un personaje más terrenal y sensual. Su baile más famoso, la cachucha en Le diable boiteux (El diablo cojo, 1836), era un solo de estilo español ejecutado con castañuelas como algo que estaba de moda en la época.

 

Foto: Fanny Elssler, la Cachucha

 

Las mujeres dominaban el ballet romántico. Aunque había buenos bailarines, que fueron eclipsados por bailarinas como Taglioni, y las italianas Carlotta Grisi y Fanny Cerrito, y otras que pasaron por la isla.
 

En 1850 otra estrella nacida en Estocolmo y cuyo verdadero nombre era Johanna María Lind organizaba una gira de conciertos por América, en especial: Estados Unidos y La Habana, que le proporcionó generosas ganancias.

 

Foto: Jenny Lind

 

La llegada de Lind a La Habana fue a mediado de marzo de 1852. La ciudad y su público hambriento de música no habla más que de la soprano tan esperada, rodando el nombre Jenny, Jenny, entre los perfumes, la cascarilla y los ganchos de tocador de las damas; entre las muselinas, las gasas y los encajes de los establecimientos de moda, entre las cajas de azúcar, los barriles y sacos de harina, las botijas de aceite y los tercios de tabaco del muelle, y hasta, entre las butifarras, la manteca, el salchichón, los jamones, las pastas, los higos y la canela y el clavo de las bodegas y almacenes de víveres por mayor y menor aunque sean primas donnas absolutas y di cartello.

 

La música reina en La Habana en todos los círculos sociales de la sociedad, la Jenny y solo la Jenny. La revolución de los establecimientos de moda había comenzado; los mercaderes, los modistas, los joyeros, los sastres, los perfumistas. Y solo porque se hallaba en la Habana la artista sueca Jenny Lind.

 

El gusto artístico comienza a desarrollarse y la música y la poesía despiertan profundos ecos en los habitantes de la capital de país. El espectáculo lírico estaba a gran altura. Estos artistas tan notables, aquellos coros tan completos, esa magnífica orquesta, esos hermosos lienzos pintados en Italia con tanta perfección, hicieron honor a La Habana.

 

Desde que Fanny Elssler (1841) obtuvo un triunfo lisonjero, no puede menos Jenny Lind recibir una ovación.

 

Foto: María Taglioni

 

Y no era la única. María Taglioni, nunca estuvo en América. Pero en La Habana, si estaban sus perfumes en pomadas y jabones Taglioni en su honor. Tan perseguida por las habaneras era el agua de Taglioni, sello de esa bailarina usado por la primera vez, el extracto para el pañuelo en 1848.

 

La bailarina ítalo-sueca María Taglioni, a quien la crítica consideró la mayor rival de Elssler dentro del ballet. Durante toda su carrera las dos bailarinas provocaron acaloradas discusiones entre los críticos; Taglioni fue conocida como fría, etérea, como una sílfide, y Elssler como una mujer voluptuosa y terrenal.


Imprimir Pagina

No hay comentarios:

Publicar un comentario