martes, 25 de enero de 2011

Un siniestro disidente, revelaciones y conspiraciones III: La Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, una historia mal contada

por Richard Roselló

Periodista Independiente

 

25 de enero de 2011

 

Foto: Elizardo Sánchez Santa Cruz

 

 

Nadie podrá negarlo. Elizardo Sánchez Santa Cruz es un personaje que más parece sacado de una telenovela de ficción que de la realidad. Ese veterano “disidente”, referido en artículos anteriores no deja de sorprendernos a cada rato.

 

Cualidades sobran; un verbo fácil y un discurso de tanto peso que si se cumpliera… yo no estaría escribiendo éstas páginas.

 

Sabe usar las argucias en política, usar la mentira como técnica de rendir cuentas ¡Que conste!, no es un defecto. Fidel Castro por ejemplo, ha mentido más. Pero mejor les cuento.

 

Demagogia del mínimo costo

 

Dicen los economistas que reduciendo gastos de trabajo se obtiene mayor ganancia. Y Sánchez ha hecho exactamente lo mismo.

 

Resulta que ese perspicaz “economista”, disfruta, como nadie en Cuba de la libertad de empresa. Y claro está. La Comisión, representa un instrumento consentido para ocultar cifras. De ello les hablare en otro momento.

 

Un componente defendido por Sánchez, como un estribillo son los números humanos que conforman la Comisión que dirige hoy, pero en breve les adelanto un antecedente.

 

La Comisión de acuerdo con el disidente Manuel Cuesta Morúa y ex integrante, contaba entre 1993 a 1998 con 15 miembros que ganaban entre 25 a 30 dólares mensuales bajo un sueldo regular, de aquellos tiempos.

 

Actualmente, la cifra de contratados se redujo a dos medias partes. Aunque Elizardo, diga lo contrario. En su discurso reiterativo, señala que son 10 trabajadores a veces 9. ¡Nunca se pone de acuerdo! A la prensa no le llama la atención. Tampoco a los disidentes. La mayoría podrá pensar que son más importantes sus resultados. De eso se trata. De eso estaremos hablando en otro espacio.

 

En 7 años de trabajo junto a él, nunca conocí a esos 9 o 10 empleados que tanto refiere. Por mi cuenta son 5 trabajadores y cada uno percibe 60 pesos convertibles (CUC) al mes, en éstas circunstancias.

 

Nos referimos a tres observadores territoriales de derechos humanos: Arturo Acosta Guillen (Guantánamo, Oriente), José Agramonte (Camagüey y centro del país) y éste periodista, antes de ser expulsado, atendía las provincias occidentales cubanas (Pinar del Río, La Habana y Matanzas). Le sigue la abogada Bárbara y Sánchez. Y el resto ¿Dónde está?

 

Aunque reducir no solo es ganar, utilizar a unos incautos, me incluyo, tiene sus ventajas. Aquí va una historia utilizada como técnica del engaño para rendir cuentas.

 

En el verano antepasado, apareció en la Comisión, dos patrocinadores franceses (el Padre Michel y Verónica), ambos indistintamente, en viaje turístico al país. Como todo viajero, las cosas a primera vista son de maravilla.

 

Sánchez había encontrado una beta para sus maquinaciones. Convoca e improvisa a unos “empleados asesores” alertándolo de una importante visita a su organización. Mientras le haría saber a los visitantes que el resto de sus trabajadores se hallaban distantes, en provincia.

 

A Michel se le dio una adecuada atención, comida criolla contra el plato fuerte: dinero de Europa destinado a Sánchez, digo, a la Comisión. Pues nada. Por primera vez el Profesor, como le llaman, había reunido en su oficia a varios “asesores” como si se trataran de miembros permanentes de esa prestigiosa ONGs cubana de derechos humanos. Cada uno habló de su trabajo. Fulana, “asesora” de “leyes”. Mengano (éste) periodista que reporta e investiga sobre violaciones civiles. Juan Goberna el “asesor racial”. Juan Escandel como asesor sindicalista (y alcohólico del barrio). El ex Coronel Matoses, asesor militar y ex preso político así como la Dra. X consejera en temas médicos.

 

Hay no paró todo. Días después de aquel éxito teatral, el dramaturgo Sánchez pone nuevamente en escena a la agrupación con la llegada de Verónica. Cada uno repitió el libreto. Lo bueno es que a allí, tampoco ocurrió nada. Los manoseados asesores, la mayoría sin sueldo, volvieron a casa. Elizardo siguió su buena vida. Y éste periodista comenzó a probar, y no por primera vez, un amargo pasaje de éstas páginas.

 

Como su asunto reta la línea de la tolerancia, nos permitirá seguir ampliando sobre los verdaderos destinos de un conspirador.


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