domingo, 20 de febrero de 2011

Un siniestro disidente, revelaciones y conspiraciones VIII: Una vida consagrada al buen vivir

por Richard Roselló

Periodista Independiente

 

16 de febrero de 2011

 

Foto: Elizardo Sánchez Santa Cruz

 

No hay razones para dudar. ¿La Comisión?, ése si que es un negocio floreciente. Pregúntenle a Elizardo Sánchez Santa Cruz.

 

Si Cristóbal Colon descubrió la misteriosa Isla de Cuba, Sánchez descubre en la “protectora y humanitaria” Comisión, un yacimiento para sus propósitos. En adelante llevaría una vida consagrada, pero al buen vivir.

 

Quizás ningún otro disidente en la isla disfrute de las libertades, como él lo hace. Esas libertades le ofrecen energías y riquezas que lo estimulan por encima de todos. Tampoco es su preocupación vivir con la hostilidad a su alrededor. Sencillamente no existen.

  

Es más. El gobierno cubano tolera, autoriza, prioriza y da facilidades a Sanchocomisión para que opere con toda libertad, reciba remesas, recursos y visitas sin ser molestado.

 

Sánchez, digámoslo así, podría disponer de un gran salario. Vengan de las cuotas sobrantes de empleados fantasmas, salgan de los premios de la Comisión, o de ayudas a los presos políticos. Esa tendencia a la usura justifica sus necesarios gastos de operaciones. Desde luego, alguien tiene que financiar sus viajes, restaurantes, lujos, vacaciones, amantes, libertad de movimiento, recepciones, transporte, regalos, encuentros lejanos y otros beneficios. Y aquí su clave: “qué se hace con la ayuda”.

 

Esos derechos civiles que él defiende como una herramienta esencial de la vida y, según éste, el gobierno las persigue con represiones y prohibiciones al pueblo cubano y a la oposición, tienen lo contrapuesto en él. ¿No es contradictorio?

Este señorazo que ante la prensa extranjera termina dándose un baño de civismo, respeto y legalidad, asume actitudes inconfesadas que la mayoría desconoce.

 

Elizardo no es el opositor común de a pie, sino el agraciado de la disidencia. Va a todas partes en taxi turismo, al agromercado, a la tienda, a las reuniones, citas, recepciones, y al médico.

 

Basta ya Sánchez, no se queje: ¡Usted lo tiene todo! Tiene además, esa inclinación a comer y, comer bien, aunque ello no sea un defecto. Malo cuando se disfruta con dinero ajeno. Dinero de los presos políticos o de conciencia, dinero de sus trabajadores.

 

Éste inescrupuloso “disidente” con incierta trayectoria, no mitiga su apetito en cafeterías de barrio, ni en restaurante de esquina. De eso se encarga su esposa, hasta dos veces por semana va a los mercados más costosos del la capital y allí (por solo 60 CUC, el equivalente a mi sueldo) se llenan tanto de comida como si fuera el final de los días. Tiene que ser así, ¿cómo van a justificar sus cuatro refrigeradores?

 

Si quieres conocer a un hombre mezquino, visítelo en el almuerzo. Si le pregunta: ¿Ya usted almorzó? diga que no. Luego recibirá una sugerencia exclusiva de la casa.

 

“¡En la esquina sirven una excelente y barata comida! Aprovéchala”, te dice con iónica serenidad.

 

La mayoría de los disidentes, opositores y periodistas están marcados por una vida de necesidades y carencias como la mayoría de la población cubana. El bloqueo, el embargo o cómo quieran llamarlo, nos toca en serio a todos por igual.

 

Cuando leo en las noticias del exterior que 50 millones, 40 ó 30, fueron destinados para la disidencia en Cuba uno se cuestiona, ¿dónde van a parar? ¿Cuándo llega? ¿Dónde están esos disidentes y periodistas millonarios que tanto habla el gobierno de La Habana? No acabo de conocerlos ¿En que lugar se drena esa ayuda que tanto proclaman en Miami, Washington y Gozalandia? ¿De cual transición a la democracia hablan todos ustedes? ¿Hasta que punto, esos que hablan de igualdad y derechos, acceden al liderazgo disidente y miran solo para los bolsillos? ¿No creen que esto lacere a la oposición en Cuba? ¿No han pensado que esta plaga de oportunistas frena la llegada de la transición? ¿Qué son la oposición a nuestra oposición?

 

Recuerden. No se puede engañar siempre a todo el mundo. ¡Y no lo digo yo!

 

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