lunes, 7 de febrero de 2011

La crisis de las ofertas liberadas

por Richard Roselló

Periodista Independiente

 

19 de enero de 2010

 

Foto: jabón de lavar, Cuba

 

El jabón de lavar, uno de los artículos con mayor demanda entre los cubanos, sufre su primera crisis de abastecimiento a una semana de su venta libre.

 

El gobierno de La Habana en su afán de eliminar la libreta de abastecimiento y el de poner fin a los productos subsidiados y racionados, que sustenta la familia cubana, se juega la última carta.

 

Ganar o perder, es parte de un experimento y reordenamiento económico trazado por el país. Y he ahí la clave.

 

La primera caída la sufrieron los mercados industriales de Batabanó, un municipio costero, a 40 km de la capital, La Habana, por cierto, otro de los reajustes administrativos.

 

Lo que muchos vaticinaron, ocurrió. “La oferta por debajo de la demanda”, fue lo vivido por un ama de casa, de 56 años, que dijo haber pasado dos días en una cola y no logró alcanzar el jabón de lavar.

 

Ese artículo, a penas de liberarse loa primeros días de enero, sufrió un largo meandro. Provoca dos semanas de largas colas; agrava la incertidumbre al poner su venta en pocas unidades de comercio, cuando debió de distribuirse en la red tradicional de bodega donde siempre se adquirió.

 

Racionalizar su venta a 5 jabones por personas, incitó a los consumidores a retornar a las colas hasta satisfacer su apetito.

 

Marta Hernández López una obrera local, pregunta, si su “jabón no estaba más seguro cuando lo recibía por la libreta”.

 

Pero Hernández López no solo ha quedado sin adquirir ese producto del aseo personal. Recuerda que el último mes que lo recibió por el Estado fue en noviembre del 2010.

 

Consta en su libreta de abastecimiento o racionamiento, que su familia, compuesta por ella una hija, adquirieron 5 jabones de baño, 5 de lavar y 6 tubos de pasta dental, durante el pasado año. O sea, cada dos meses, más o menos, López tenía su asignación estatal, limitada, pero segura. Ahora todo ha cambiado.

 

Pero la crisis del modelo social, no solo se circunscribe al jabón de lavar y a la pasta dental, que después de ser liberados no encuentran en el mercado Batabanoense.

 

La distribución del pan y la leche, que continua ofertándose por libreta de racionamiento, llega a la población con considerable atraso. Los niños y los ancianos, algunos de ellos diabéticos, son los primeros afectados, en un país que jura garantizar los medios de subsistencia a personas priorizadas.

 

Los 80 gramos de pan que a cada uno corresponde, llega a los consumidores 8 horas después, justo al cierre de las bodegas, o, demore más de 24 horas.

 

Gritos de “basta ya”, es un síntoma de impotencia que sufren sus vecinos por asunto que se repite sin solución. Y razones tienen.

 

Que el pan no llegue a tiempo a los establecimientos por falta de transporte, no tiene que ver con el bloqueo. Hablamos de un municipio que posee bases de camiones, ómnibus escolares y autos de dirigentes que van y vienen con sus tanques llenos de combustibles.

 

Que la leche, demore días en ser entregada a la población asignada, no tienen nada que ver con el “imperialismo yanqui”, ni con la sequía, sino con la falta de planificación y de visión de quienes tienen el control económico de ese pueblo.

 

Que Batabanó no cuente con buenos restaurantes, hoteles y buen transporte público, no es culpa de los huracanes. Que exista una notable falta de aseguramiento en los agro-mercados, tratándose de un pueblo netamente agrícola, no es por el fenómeno climático El Niño. Que de igual manera, exista lo mismo en la red minorista; carezca el pueblo de círculos de recreación, un balneario aceptable; la hierba no crezca en las calles y las aguas sigan estancadas, no es asunto de la Fundación Cubana Americana.

 

Que los Batabanoenses no puedan tener su hospital, ni siquiera, un policlínico con mejores atenciones humanas; desestimulen a productores con altos impuestos y leyes draconianas o que el polvo reine en calles y aceras, nada tiene que ver con Obama, el presidente.

 

Que sus naturales no puedan tener acceso a lo que le proporciona su puerto pesquero, las capturas de esponjas, langosta, el buen pescado, camarones, cangrejos; que el mercado de mariscos y un procesadora local continúen manteniendo insatisfacción en la demanda a la población durante medio siglo y preserven a los residentes en la desesperanza, no tiene que ver con el Tío Sam.

 

Eso sí, que nos sigan dirigiendo personas irracionales, supone un total desconocimiento de la psicología colectiva.

 

No percatarse en 50 años, qué es lo quieren sus ciudadanos, denota ceguera política, económica y existencial.

 

Como diría un residente y militante del Partido de ese pueblo que no quiso dar su nombre. ―“El muro del socialismo está al caerse. Y ello (los dirigentes) lo ayudarán”.


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