miércoles, 16 de febrero de 2011

Un siniestro disidente, revelaciones y conspiraciones VII: ¿A quién le sirve la Comisión?

por Richard Roselló

Periodista Independiente

 

16 de febrero de 2011

 

Foto: Elizardo Sánchez Santa Cruz

 

No hay dudas que la Comisión, es decir, Elizardo Sánchez Santa Cruz, principal portavoz además, de resultar un sostén, ha enaltecido a la disidencia en Cuba por sus diversos aportes. Por eso y por mucho más es provechoso que exista.

 

Creador en 1967 de un grupo opositor de derechos humanos. En 1987 funda la Comisión que dirige. Organiza por iniciativa propia, la Asociación de Periodistas independientes y la Coordinadora de Organizaciones pro Derechos Humanos en Cuba en 1989. En 1992 lanza el Proyecto de Programa Socialista Democrático y el Centro de Estudio sobre Democracia. En 1995 conformó el Concilio Cubano. En el 2001 instaura, el Comité de Madres de Presos Políticos “Leonor Pérez”. A su vez, ha sido portador de muchas iniciativas como el de colocar a las Damas de Blanco en una iglesia cercana su casa. Pero ¿A cambio?

 

De vivir y gozar de toda impunidad, Elizardo un antiguo miembro de los órganos de Seguridad del Estado cubanos, algo que se deduce, podría ser uno de los principales diseñadores del movimiento disidente en Cuba. Y no conjeturo.

 

Un cuestionamiento, es que: si la disidencia fue creada para limpiar la sociedad de “contrarrevolucionarios”, la Comisión: ¿no será su incitador y creador?

 

Por mucho tiempo, él y su pareja, se han encargado de alentar la emigración política dentro de la isla. Mientras él mismo, niega a abandonar el país. ¿Cuántas veces escuché en su oficina preguntarle a los opositores si pidieron el refugio político? O a mí mismo. ¿Cuándo te vas?, decía en un tono social.

 

Para los diplomáticos del mundo democrático, la Comisión, les resulta una atractiva organización de referencia. Un organismo donde se mezclan las confidencias más cercana del gobierno y contraria al gobierno. Además, dirigida por un veterano disidente, ex preso político y con conocimientos diplomáticos de causa. ¿Qué más podría faltar?

 

Mientras, Elizardo los actualiza de informaciones, ellos financian y lo proveen de recursos. Así utiliza a dichas sedes para sufragar gastos de impresión, adquisición de componente de impresoras, invitaciones al exterior; muebles, libros, acceso a Internet, etc.

 

Y algo importante. Adquirir una suma de medicamentos mensual comprados en farmacias cubanas de moneda dura. Y aquí, les expongo su mayor aporte a la depauperada economía del país.

 

Igualmente por esa vía, obtiene sin costo alguno, bolígrafos, computadoras, agendas, alimentos y ropas. Dice que son para los “presos políticos” y los empleados de “la Comisión”.

 

Elizardo es en resumen, un facilitador de las relaciones diplomáticas para con la disidencia. Y, el mayor aliado que cuentan los capitalistas y la Seguridad del Estado, para deshacer estruendos. Para dudas y opiniones, llaman a Elizardo. Para escuchar un criterio, bueno o malo sobre alguien, busquen a Elizardo.

 

Cuando el gobierno cubano denuncia ante los organismos internacionales la injerencia de ciertas embajadas, en sus asuntos internos, ahí está Elizardo. Cuando el gobierno de La Habana, dice que los únicos culpables de la campaña mediática Internacional hacia Cuba, ha sido orquestados por EEUU y la Unión Europa, la pregunta es: ¿dónde estaba Elizardo Sánchez cuando le suministró a centenares de medios de prensa internacional los detalles sobre la muerte de Orlando Zapata, la huelga de Guillermo Fariñas, lo maltratos a las Damas de Blanco y la protesta de los presos en prisiones?

 

Nada es extraño que ciertos diplomáticos y periodistas extranjeros hayan sido, advertidos, amenazados y expulsados de Cuba por tales resultados.

 

Pero la Comisión es más de lo que ustedes no ven. Es el centro de recepción prioritario de la Seguridad del Estado para conocer el mundo de la disidencia.

 

“Hace más de treinta años”, según palabras del propio Sánchez, “se graban y escuchan a través de sus teléfonos, todas las conversaciones, de dentro y fuera del país”. Lo supe un tiempo después de estar allí, mediante Santa Cruz. La noticia me conmovió, luego me relajé. Pero siempre alerté a los presos, vía telefónica, que les estaba grabando y evitar así cualquier confusión. La policía política sabe y sabe bien, lo que piensan; las denuncian que hacen; sus quejas y las llamadas de diplomáticos. Pero no es todo.

 

La Comisión tiene enfocado en sus calles un circuito de cámaras ocultas. Pero más que vigilar a los que a ella visitan, pretende cuidar la seguridad de alguien.

 

Ahora comprendo su cólera y no solo por desaparecerme, sino por enviarme a una prisión.

 


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