lunes, 21 de marzo de 2011

Un siniestro disidente, revelaciones y conspiraciones XI: Un nuevo empleado

por Richard Roselló

Periodista Independiente

 

21 de marzo de 2011

 

Fotos: Marcelo López Bañobre / Elizardo Sánchez Santa Cruz

 

Nada es más saludable como cambiar las sabanas sucias. Eso hizo Elizardo Sánchez Santa Cruz ¿Qué no haría el comisionado “Camaján” y patrocinador de los derechos Humanos en Cuba? Tomando el pulso de los sucesos, defenestraba a uno de sus más antiguos y eficiente empleados, el ex-preso de conciencia Marcelo López Bañobre por una relación familiar y antigua pareja, Bárbara Estrabao Bichili, natural de la provincia oriental de las Tunas.

 

La discípula con experiencia hogareña, necesita de una socialización para su desarrollo integral. Sánchez, logra complacer a quien significaba una gota de obstinación. Ella anhelaba salir del absurdo cotidiano. Aspiraba a más. Nada que no fuera elaborar dulces. Un producto que ella vendía, por cierto, fuera de la ley y con la apología de que “eran para vivir y ayudar a gastos de casa”.

 

Durante el 2008, Sánchez y la Comisión fueron centros de ataques por la policía política. Contra sus miembros (incluyéndome), hubo detenciones y fuertes amenazas. Aunque exoneraba a la máxima figura, el aparato represivo dejaba un mensaje deliberado por haber cruzado, supuestamente, la línea de lo prohibido. Santa Cruz festejaba el 50 Aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, inaugurando en su residencia una exposición con imágenes de las cárceles cubanas tomadas de Internet. Se le acusaba por revelar informaciones secretas contra la seguridad del país, pero solo desde la dimensión. La exposición de imágenes se expuso a vista de los medios diplomáticos acreditados y la prensa extranjera. ¿Pasó algo?

 

Bárbara había asistido como apoyo. Tomaba un récord de imágenes fotográficas de aquella única festividad. Quería ser útil. Demostrar su valía. Cuando Elizardo y yo examinamos las imágenes, ninguna servía. Sánchez comunicó a su compañera mi criterio. Y fue suficiente.

 

Marcelo López, un miembro del clan de los Santa Cruz Pacheco, trabajó durante años al pie del escritorio de Sánchez. Ambos se conocen bien. Pero Bañobre, a veces no podría esconder su malestar. Y razón tenía. Sus inquietudes aunque las silenciaba, se inferían. Elizardo le había resultado ser una mácula como jefe, como viejo amigo y como ser humano. Marcelo que pagó con una prisión (dicen que por su causa y) por haber defendido los derechos por el cual luchaba, se vio privado de los suyos.

 

López quien no había dudado de vivir entre tanta inmundicia de la conducta humana, no le quedó más remedio que exigirle y poner las cartas sobre la mesa. Pero Elizardo lo había privado de muchos accesos y le restringía los pocos recursos. Bañobre no intentó distanciarse pero dejaba de ser un cómplice de sus mentiras, desatenciones, falsas promesas, desvíos de recursos, informalidades y una lista prolija que Sánchez acumulaba como pilar de una dudosa Comisión.

 

Marcelo que había salido de prisión, aspiraba visitar Europa para un tratamiento médico que Elizardo y las autoridades españolas le habían ofrecido. Pero aquella ampulosa promesa que los medios publicaban nunca se cumplió. Como sus discusiones crecieron una y otra vez, Marcelo ignoraba que la soga se parte por lo delgado.

 

Elizardo dio el tiro de gracia y hace un arreglo con el periodista Juan Carlos Gonzales Febles (Johnny), editor de una página web para despojarse de López Bañobre. Y este dejaba atrás la Comisión que le dedicaría más de una década de servicio. Ahora como fotógrafo de la página digital La Primavera de Cuba. Bañobre se distanció un tiempo, luego continuó manteniendo los viejos roces con Elizardo y su familia.

 

Con aquello del “quítate tú que voy yo”, Estrabao Bichili obtenía lo suyo. Y Sánchez salía de una vieja deuda. Era en el 2009. Bichili tenía ocupaciones más serias. Estudiaba una licenciatura en Derecho en una universidad que dicen ser: “solo para los revolucionarios”, según el slogan autoritario de Fidel Castro.

 

Bichili intentaba mostrar a su “esposo” su eficacia. Mejor cuando es en provecho colectivo. Pero no, arremete contra éste periodista, algo inexplicable. Mi nombre, caminaba como un fantasma en todas partes. En la familia, en los planes de Elizardo. Poco a poco me di cuenta que me iban apartando como hizo con Marcelo.

 

Durante un año, percibí no una “abogada” sino un agente de policía y una venenosa mujer. Su control y vigilancia no cesaron. Su torpeza en las cosas, dejando de costumbre, la basura en todas partes, difamando sin pruebas, me hizo sospechar si era en verdad una profesional del derecho. Su errante actitud me hizo trasladar la queja ante Elizardo. Y sorpresa: el poco respeto que él profesaba por ella me dio la clave de un asunto. La respuesta fue fogosa: –“Déjala que  se dé cuenta de lo que hace. Y tú, sigue haciendo el trabajo que te corresponde”–.

 

Ignorarla fue un remedio cuasi santo. Para quien desconoce lo trivial de lo trascendente, la dejé en manos del tiempo. Tenía un afán de controlarlo todo; se mostraba obsesiva y con graves prejuicios. Con esa mirada torva, llena de dudas, con problemas de adaptación y experiencia en lo laboral, inepta en el trabajo colectivo, el mantener un dialogo coherente, Bárbara arrastra graves problemas de comunicación y socialización.

 

Por un raro sortilegio la abogada aparece hecha y derecha. La universidad le había otorgado calificaciones de cinto puntos en exámenes. Y como Elizardo quería una abogada, todos los problemas se ventilaron a través de la abogada. Aunque no resuelva.

 

Hace más de un año, la abogada tiene a su cargo el proyecto de ayuda legal gratuita de la Comisión. Presos comunes y personas con violaciones a sus derechos, le escriben en busca de una ayuda profesional que no encuentran en otra parte. Pero como la abogada no tiene experiencia, ni autoridad en decidir sobre la libertad de un preso, un cambio de medida, un traslado de prisión y otras, les pasa el tema a unos abogados independientes. O se asesora en Elizardo. ¡En qué quedamos!

Un asunto opuesto que rayó en lo insólito fue cuando la abogada es elevada a la basa intelectual. Miembro y directivo, nada menos que del Proyecto de Bibliotecas Independientes de Cuba. ¿Escucharon bien? Aquel ascenso vertiginoso, sin antecedentes; quitando a unos y poniendo a otros, sembró desconfianza en los bibliotecarios independientes. Un caso especial fue el de la bibliotecaria independiente, Omaida Padrón Azcuy, separada por una decisión sumaria y controvertida. Pero el sentido común lo que cuestionaba no era la expulsión de Padrón, sino el ultraje a la inteligencia, del ascenso de Estrabao Bichili.

 

Disolver a tiempo aquel disparate fue de sabio. Su presidenta ponía fin a una sosegada manipulación de un tercero ¿Ya saben de quien les hablo? Pero. ¿Cuál sería su objetivo? 


Imprimir Pagina

No hay comentarios:

Publicar un comentario