domingo, 21 de noviembre de 2010

Bibliotecas... ¿para qué? II

por Richard Roselló

Periodista Independiente

 

18 de noviembre de 2010

 

A principios de este año publicamos en Internet con el titulo encabezado, un reportaje sobre el deficiente servicio de una “biblioteca popular” al sur de La Habana.

 

En aquel entonces señalaba el vacío bibliográfico de la única biblioteca estatal existente abierta al público en ese municipio. Indicaba además, la falta de actualización de nuevas obras de lectura en detrimento de los intereses del lector y el desaprovechamiento del un espacio creado para esos fines. Una biblioteca que muestra, a la vista, estantes vacíos, con libros repetidos y un inmovilismo que los caracteriza desde que se inauguró en la década del 90.

 

Hasta ahora nada ha cambiado. De nada sirvieron nuestras denuncias y quejas de los lectores. Mucha contradicción, eso sí, lo publicado por la televisión sobre la política del habito de lectura y de que los cubanos somos un pueblo culto. Más cuando el objetivo de una biblioteca es atraer y no alejar a los usuarios.

 

Practicas de otra índole y con serios problemas en los servicios, aparecen en otras Bibliotecas de La Habana y vienen sucediendo por más de una década, según hemos comprobado. Algunas de estos locales de mayor categoría y otros muy famosos por sus centurias de creada. Nos referimos a la Biblioteca del Instituto de Literatura y Lingüística, antigua sede de la Sociedad Económica de Cuba ubicada en la avenida de Carlos III.

 

Ese emblema de la cultura cubana hecho realidad desde el siglo XVIII parece predestinada ha desaparecer por la falta de buenos servicios que atentan contra investigadores, historiadores y escasos lectores que acuden a ella como resultado de una ineficiente política y la falta de hacer que los paraliza.

 

Un Instituto de intelectuales que no se percatan que los servicios son la cara de la institución y no el trasero. Recordemos que primero nació la biblioteca…

 

Por increíble que parezca los que allí asisten, en contados casos, según me cuenta un historiador, tienen que supeditarse a la excesiva demora de entrega de libros y documentos por falta de empleados. Es paradójico porque en Cuba sobran más de un millón de cubanos de los puestos de trabajos. Y la institución no es capaz, si quiera, de buscar un disponible o poner un anuncio en una emisora radial, gratuitamente, para resolver un problema que los arrastra por muchos años.

 

De hecho sus trabajadores les imponen a los estudiosos nacionales y extranjeros, restricción de su investigación, violando sus expectativas de horarios establecido de la biblioteca (8:00am a 5: 00pm). Después de las 2: 00pm se prohíbe solicitar libros por una sencilla e irrespetuosa conducta. La única empleada encargada del servicio de libros necesita estudiar porque dicen que se está superando. Y lo dicen a coro, como si ello solucionara esa epidemia de irrespeto contra los usuarios.

 

No es todo. Se ha visto en años, como el servicio de esa biblioteca, la más importante del país que atesora los mejores fondos del patrimonio escrito de la Isla, se ven amenazados a desaparecer. Y aquí no preocupa al Estado cubano financiar la restauración de libros, periódicos y revistas muy antiguas que están desapareciendo como polvo en manos de lectores. A lugar, las pésimas condiciones de sus archivos donde el calor, el polvo, la incorrecta iluminación con el contraste de la sala de lectura favorecen a su deterioro paulatino. Tampoco existe un servicio de fotocopias para quienes tienen acceso a sus fondos. Menos aun, te prohíben llevar cámara digital o analógica para obtener reproducciones, ni aun pagando el servicio.

 

Más preocupante es que el Instituto no dispone de recursos para microfilmar los antiguos documentos y evitar un mayor deterioro de los documentos primarios en manos de los investigadores.

 

Sobre la contaminación, la biblioteca y pasillos de esa llamada “prestigiosa institución” presenta un estado de suciedad y polvo; jardines sin limpiar, muy desordenados. Aledaña a la biblioteca, existe una escuela cuyo requisito pedagógico de enseñanza son los continuos gritos que atentan contra aquellos que investigan y laboran allí.

 

Como cualquier otra biblioteca: ésta carece de actualización de libros publicados en el país y falta iluminación en mesas de trabajo del lector…

 

Como si no les bastara, la biblioteca se ve afectada al cierre en muchas ocasiones. Porque dicen que están fumigando, reparando o en trabajo voluntario. O no hay luz. Lo peor es que a cada rato dejan de dar un servicio porque se les ocurre dar un congreso, reunión o un largo etcétera.

 

Hace pocos días, esta “insigne biblioteca” cerró sus puertas al servicio de usuarios durante una semana porque estaban dando un homenaje a Lezama Lima. El vilipendiado intelectual cubano tantas veces menospreciado por los que dirigieron esa institución.

 

Y uno se pregunta ¿Que tiene que ver la sala de teatro de ese Instituto con la biblioteca? ¿Con tantos problemas que ustedes tienen todavía se dan el lujo de cerrar un servicio de uso semanal?

 

¿Hasta cuándo?, es la interrogante de los usuarios afectados.


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