por Richard Roselló
Periodista Independiente
15 de Junio del 2010
Por desgracia y por fortuna, parece no ser el único. Un pozo de agua albañal también hizo explosión el pasado 23 de mayo del 2009 en la residencia No. 2026 de la Calle 10 de Octubre entre Aranguren y Santa Isabel, La Palma, en Ciudad de La Habana y tampoco ha podido ser cerrado.
Las razones son similares a las de arriba: carencia de tecnología. Otra, la incapacidad en las mentalidades burocrática que dirigen estos casos. Así y todo el tema tiene su incógnita.
El caso que expongo, engrosa una larga relación de ir y venir de los afectados, mediante gestiones infructuosas. Los damnificados creen que han agotado todas las naves. Le queda un chance: contratar las más competentes agencias del espionaje para buscar los planos hidráulicos que no aparecen y los implicados de ese sabotaje domestico por causas ajenas a la voluntad de los convivientes.
Hace días, varias agencias: la CIA, el MI6, el KGB, el Service de Documentation Extérieure et de Contre-espionnage de Francia, al Mossad (servicio de inteligencia de Israel) al Departamento de Asuntos Sociales de China, el FBI, incluyendo el clon Sherlock Holmes, quien, a la sombra de Scotland Yard, descifraran un enigma criollo que hace más de un año mana a la superficie abundante indiferencia y abandono por parte del gobierno local de La Habana.
Como consecuencias: tres ancianos que allí viven se han contagiado con varias enfermedades vía respiratorias. La casa es un foco de contaminación de miasmas y mosquitos y el perro de la casa, padece de una infección provocada por el endémico pozo, según diagnosticaron especialistas en salud pública.
Entre tanto, hace falta paciencia para lidiar con los organismos centrales del Estado y que tanto tienen que ver con la vida de los cubanos y no con la British Petroleum, responsable de un desastre sin precedentes en aquende los mares.
Luego de un año de inútiles solicitudes con la Empresa de Acueducto y Alcantarillado del sur, Municipio Arroyo Naranjo, las autoridades lo abrumaron con la espera y las dilaciones. Y aunque se personaron, seis meses después, e hicieron un esfuerzo, todo quedo igual. Para colmo, trascurrió nueve meses más en espera a que: “voy después”. Y nunca fueron. Ahora le han dicho a los afectados que los han engañado. Que el problema no es de la empresa sino de vivienda social. Que fueran al Departamento de Conservación de la Unidad Municipal de Inversiones a la Vivienda que atiende residencias privadas a ver si le apagan el poso que drena al patio como un río albañal y proviene de un lugar desconocido.
El asunto que expongo ya alcanzó el record de la tolerancia. Por más de un año, hemos denunciado este problema mediante cuatro artículos en páginas digitales del periodismo independiente en Cuba. Y oídos sordos.
El asunto es: ¿Cuando llegaran? ¿Cuándo los tres ancianos mueran?
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