por Richard Roselló
Periodista Independiente
1 de Junio del 2010
Se dice y no se cree. Fue Fidel Castro quien en 1959 al llegar al poder lanzó aquella frase lapidaria de “convertir los cuarteles en escuelas”. Ha pasado medio siglo después y aquel ingenioso discurso se contradice.
El primer ejemplo se inició en La Habana en el antiguo Cuartel Militar de Columbia, un recinto castrense que agrupaba el principal cuerpo de defensa y compuesto por un complejo de edificaciones y aeropuerto, controlado por el ejército de Fulgencio Batista, su antecesor.
A Camilo Cienfuegos, aquel Comandante que luego desapareció bajo el misterio, fue el encargado de tomar militarmente ese podio militar. Le nombraron Ciudad Libertad, el primer cuartel en Cuba convertido en escuela, luego en Universidad Pedagógica. Nada. Un sueño acariciado y aprobado por unanimidad por la nueva nomenclatura.
Y es que no hagan falta escuela. Sucede que aquella alucinación juvenil tendría el futuro otros resultados. Con la intención de preparar el hombre nuevo y separar a los hijos de los padres, se crean las escuelas pre universitario y escuelas básicas en el área rural de los municipios donde permanecían por una semana internados. Más que un magisterio fue un disparate a la vista. Con el tiempo se ha demostrado que ese símbolo de la enseñanza drenó la economía estatal, mientras caían los resultados académicos.
El pasado un año desde que comenzó a desmantelarse ese costoso sistema educacional mientras los estudiantes eran enviados a escuelas próximas a sus hogares.
¿Sobran escuelas? Nada de eso. Las viejas escuelas serán ahora convertidas en cuarteles. O sea en centros penitenciarios de internamiento, según una fuente digna de confiar. Un proyecto de cárceles y prisiones conocido como Plan Confianza donde se insertan los reclusos en su periodo final de sanción condicional a, cumplir tareas en la agricultura y construcción.
El reformatorio de conducta, comprende la superación técnica en los presos para su futura inserción en la sociedad. Los internos combinarán el estudio con el trabajo, impartiéndose cursos de electricistas, plomeros, carpinteros, pintor, albañil y otros oficios.
Desde ya, el Plan Confianza fue puesto en marcha en la lejana provincia de Camagüey. Hace más de un año se extiende a todo el país e intenta liberar el estado de hacinamiento que existen en las penitenciarias. Al tanto, se aproxima un aumento gradual de la poblaron penal que sobrepasa los 80 000 almas y un numero de cárceles por encima de las 200 en toda la Isla, cuando solo existían 14 de ellas, antes de 1959. Al decir de los informes disidentes: Cuba es una cárcel y registra el mayor número de presos comunes y de conciencia así como recintos en el planeta, por kilómetro cuadrado.
Sin embargo, el común denominador es que ahora más que nunca el gobierno de La Habana necesita más cuarteles y recintos militares. De hecho, se han escogido para el llamado tarea confianza escuelas distantes a los núcleos de población. No presidirán de sistemas severos de seguridad, sin cercas, perros; pero dispondrán de guardias y fusiles cuando sean necesarios, con un estricto control.
Lo paradigmático es que esas escuelas-prisiones no estarán concebidas en su totalidad por lo antes dicho.
En próximos meses, más de un millón de cubanos quedaran sin empleos, según una fuente estatal que pidió no ser nombrada. Miles de trabajadores asan a ser vacantes de los puestos laborales. La mayoría van para sus casas y sin sueldos porque el gobierno carece de subsidios para costeando sus labores improductivas.
Unos 30 000 empleados de área de salud publica quedaran cesantes, señala un funcionario de esa entidad que pidió el anonimato.
Centenares más quedaran disponibles de los Ministerio de la Pesca, Comercio Interior, Educación, la Sidero Mecánica, Transporte y la Industria Básica y Cultura.
Los excedentes formaran parte de una bolsa de empleos a espera de ser reubicados. Y a esta cifra que pasa a ser un record histórico, uno se cuestiona, ¿que opciones laborales les van a ofrecer?
La falta de una orientación del gobierno para con sus obreros y trabajadores a puesto a funcionar la especulación a toda carrera. Nadie sabe la última palabra. Se cree que las únicas opciones serán: agricultura, construcción y servicios comunales. ¿Y los oficios qué?
Cuba es hoy un país sin oficios. Mejor dicho, un pueblo que sufrió el despojo de una cultura de las artes y los oficios justo al llegar “la Revolución de los humildes y para los humildes”.
Desaparecieron los artesanos vidrieros, carpinteros ebanista, constructores de repartos, los elaboradores de helados, el talabartero, el fundidor, el mecánico, el herrero y todo aquello que olía a fobia imperialista le pusieron un pie encima. ¿Ahora qué?
“¿Después de 50 años van a rescatar lo que ellos destruyeron con sus manos?”, se pregunta Norma Iglesias, una Licenciada en economía que perdió el trabajo. “¡Eso no se lo cree ni el que inventó la manteca!”, reflexiona indignada.
Se avizora que la falta de motivación por un empleo de no agrado, supere los niveles de rechazo al trabajo. De hecho aumente el delito y los sancionados darán abundante ajetreo a los tribunales.
El robo, la corrupción, las ventas ilícitas y la vagancia estarán acompañados de una enérgica represión desplegada por el ejército de Raúl Castro con apoyo de la policía.
El Estado pretende acondicionar la empobrecida economía de la Isla y su aseguramiento alimenticio para la población, enviando al campo a cientos y miles de personas a cumplir sanciones bajo el decreto de Peligrosidad Social Pre-Delictiva, de 4 años máximo. Mientras en las prisiones cubanas continúan abarrotadas por seres inocentes castigados bajo similar sanción.
Y para no perder el control y el poder, el gobierno tampoco quiere liberar las fuerzas productivas que ayuden a apalear la grave crisis económica y social que ellos mismos han originado.
La historia de los cubanos, no puede ser más controversial. Poco falta ya, para que las gentes se canse y estalle.
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