Richard Roselló
En 1998 nace en Cuba un movimiento de bibliotecas independientes que en su creación permitió el acceso a libros censurados o prohibidos por la revolución. El impacto y el costo se hicieron sentir pronto. El proyecto excedió las doscientas bibliotecas en el país. Y en un intento frustrado de detenerlos, en la Primavera Negra del 2003, catorce bibliotecarios cumplieron más de siete años en prisión. De hecho, su iniciativa abrió caminos. Ayudó a levantar un movimiento intelectual alrededor del libro que conquistó el espacio vedado por cuatro décadas. De la idea, una década después, surgió un grupo de altísimo nivel.
Cultivar la cultura y el debate pluripartidista
El proyecto Red de Bibliotecas Cívicas Reinaldo Bragado Bretaña (RBC), apareció en el verano del 2009. Lo integraban un grupo de quince bibliotecarios independientes; escritores y profesionales de la lectura y la literatura. Visitar su cede en el reparto El Vedado, La Habana, fue una gran experiencia. Se trata de un núcleo cultural con propuestas tentadoras. Cualquiera puede acceder a un préstamo de libro, un documental o adquirir películas prohibidas en los escenarios gubernamentales. Allí se cultiva el cine debate, se impacten curso de inglés y se realizan tertulias literarias así como encuentros de bibliotecarios.
Su Coordinadora Nacional, Omayda Padrón Azcuy, nos proporciona el tipo de ciudadanos que acceden a sus redes. Y nos dice que:
Son disimiles las personas que recibimos: universitarios, jóvenes de la comunidad, economistas, disidentes, vecinos, pioneros, historiadores, obreros, empleados estatales, amas de casa, médicos. Todos vienen en busca de algo diferente y renovado. Vienen por lo que es censurado en Cuba.
La RBC se ha convertido en un hervidero de visitantes que entran y salen diariamente por su variedad de ofertas. La promoción de concursos y actividades culturales (exposiciones, conferencias e intercambio de materiales de información) así como campañas que apuesten por una lectura desde la diversidad, hacen de su proyecto una mina del conocimiento y las libertades.
José Antonio Madrazo y Omayda Padrón imparten curso audiovisual a miembros de la sociedad civil en la sede de la Red.
En un futuro próximo y con recursos necesarios la RBC iniciará cursos de superación para bibliotecarios. Esa acción, prevista entre sus objetivos, desencadenará un polo de orientación profesional con vista a crear una eficiente metodología de trabajo a fin de que las subsedes lleguen a multiplicar su eficiencia.
El Concurso Literario Novelas de Gavetas Franz Kafka que se promueve en su sede para autores cubanos residentes en la Isla, arriba este año a su quinta entrega en asociación con una ONG Checa que auspicia el certamen. Para más información pueden contactar a omaydapadron@yahoo.es.
Sus campañas de recogidas de libros y la promoción del Club de Amigos de la Red son un hecho consumado. Lo son igual, un blog y una revista en fase preparatoria. Pero, lo que más nos sorprende del proyecto es uno muy específico y dinámico.
En otro orden, el proyecto ha experimentado resultados en la promoción de la lectura infantil y los concursos temáticos que contribuyan a la calidad de vida de los infantes. El rescate por los juegos infantiles, permite al niño, desarrollar habilidades en su desarrollo personal.
Así igual, se han multiplicado los talleres sobre cultura de derechos del niño. El taller pedagógico sobre cultura cívica, medio ambiente y el de alfabetización audiovisual, permite a concursantes hacer uso del cine como recurso didáctico mediante series y filmes temáticos. “La formación del niño a la impartición de clases de inglés, como segundo idioma, e, inculcar valores de solidaridad, nos hacen sentir satisfechos en nuestros propósitos”, refiere Azcuy.
Omayda no deja de señalar que el proyecto es innovador. “Las lecturas de libros toman una dimensión donde confluyen los sentimientos y el deseo de expresar lo que han aprendido de ellos”, dice.
En el municipio La Lisa de la capital, Nuria de la Caridad del Risco, una de nuestras integrantes de la Red, cuenta con el programa infantil “Rayitos de Sol”. Ella posee una amplia experiencia en el trabajo con niños. Sus resultados han sido salvar a jóvenes de la droga mediante lecturas que los hagan reflexionar. Al tanto les brinda apoyo escolar para que superen estudios perdidos y se inserten en los niveles de enseñanza.
Hacia dónde va el libro
Entre las prioridades futuras la RBC proyecta llevar los contendidos de su biblioteca a hospitales, círculos infantiles y escuelas de enseñanza especial cuyo objetivo es el de humanizar el ambiente del hospital y asegurar mayor motivación hacia el aprendizaje.
La organización de los programas
La RBC aunque está conformada por coordinadores, activistas y mensajeros, Omayda nos hace saber que: “sin ellos, imposible el proyecto. El coordinador —indica— es el integrante y representante de cada biblioteca de provincia. Es la persona que facilita el crecimiento de esa Red de Biblioteca Cívicas. Hoy son 7 provincias (La Habana, Mayabeque, Artemisa, Isla de Juventud, Cienfuegos, Camagüey y Las Tunas)” donde figura una representación de la red.
El activista en tanto, es un representante de la Red, autorizado a promover actividades y dar apoyo a las mismas. En ese caso, son bibliotecarios independientes o disidentes quienes ceden sus viviendas a las actividades. Pero Omayda y su equipo tienen maneras de hacer feliz y alegrar a más de una comunidad durante su arribo. Al respecto explica:
Hay que ver a los niños como se divierten con los juegos. Algunos recitan poemas, otros actúan en karaoke. Cuando no, usamos juegos del tesoro escondido, la gallinita ciega y sorteos.
Con dichas iniciativas los niños pueden superarse de los peligros que le rodean, estimular sus emociones, motivar el carácter cuando el mismo aparece estancado, en resumen, invocar al acervo cultural mediante un medio que es un derecho como herencia de nuestro patrimonio de la humanidad.
Participantes de un concurso de Karaoke. Comunidad Indaya.
Los organizadores del proyecto están seguros de la estrategia de involucrar a las familias. Ellos también son parte del programa. “Es bueno enfatizarles a los padres la necesidad de la lectura de un libro cuando tienen al niño en casa. De ellos sacamos el resto de cincuenta porciento que necesitamos para alcanzar nuestros objetivos”, asegura Padrón.
Pero. No todo es color de rosas y alegrías. Conspira con su trabajado, la falta de recursos para acometer los programas del proyecto. La campaña de recogida de libros y ropas son respuestas a las limitaciones financieras a las que se enfrentan.
Y es frustrante cuando un niño pide libros y no puedes brindárselo. Hay quien prefiere que le regalen un balón de futbol, pelotas, guantes y bates de beisbol, acuarela o juguetes didáctico. Lo cierto es que no siempre están en nuestras manos y tampoco alcanzan a todos.
Los niños a que nos refiere Omayda Padrón, son en su mayoría infantes que arrastran necesidades y viven en condiciones humildes; algunos son huérfanos o provienen de familias disfuncionales. Los padres, y el alto costo de la vida en Cuba, con pocos recursos que ingresan a sus hogares, tienen dificultades como para comprarle libretas, libros para colorear y crayolas, a sus hijos. Menos aun, un juguete.
Con niños de la comunidad San Miguel del Padrón, La Habana.
Pero la respuesta de este proyecto tiene también su costo humano. No pocas ocasiones sus integrantes son víctimas de asedios y reprimendas por la policía política. “Desde amenazas telefónicas hasta la ocupación del carnet de identidad, realizan los represores, para impedir que asistamos a las actividades”. Finalmente subraya que “la policía crea un desfavorable estado de opinión entre vecinos para con nosotros, llegando a las disputas inútiles”.
Aun así, en medio de los neutrales y los neutrones, el proyecto de Red de Bibliotecas Cívicas Reinaldo Bragado Bretaña, propone que la lectura se integre a la vida de niños y jóvenes como forma cotidiana de evadir el tedio. Rescata al niño, a su vez, de las apatías, carencias, lo cotidiano y de la inexistencia de programas estatales recreativos.
Basta que exista un acceso a los libros y se corrija la falsa enseñanza de que las bibliotecas municipales estatales o las Ferias del Libro son los únicos sitios de lectura como actividad del aprendizaje.
Con niños de El Mariel, Provincia Artemisa.
La realidad ha demostrado que sacar el libro de las bibliotecas y llevarlo a lugares inaccesibles, donde no existe o, están muy distantes de las bibliotecas públicas, demuestra los propósitos de la RBC y de las bibliotecas independientes.
La inoperancia de esas redes del gobierno: unas, desactualizadas, sin higiene, donde faltan las obras atractivas; otras con libros empolvados y registrados en fichas técnicas pero ausentes en estantes; el acomodamiento, la contaminación de ruidos sonoros que algunas padecen y la falta de iniciativa de llevar el libro más allá de sus recintos, no son estímulos para la lectura, ni el crecimiento cultural. Al contrario. Alejan cada vez más al lector a buscar alternativas estatales que no existe. Y es aquí donde entra a funcionar el programa de la RBC, aun con sus limitaciones.
La profesora de ingles y miembro de la Red, Ana Aguililla, imparte clases a un grupo de niñas. Comunidad, Jaimanitas, La Habana.
La vida actual demanda de nosotros, cada vez más, la capacidad de leer y aprender. La lectura sigue siendo un instrumento de desarrollo personal y de ejercicio de la ciudadanía. Y Omayda lo sabe.
Para quien cambió un día, la profesión gastronómica por un puñado de sueños, éstos son sus resultados. Ella y el resto proyectan una gran empatía por los infantes y no han hecho otra cosa que hacer realidad el más discreto pero el mayor de los proyectos independiente del niño en Cuba.
Pero. “No quiero cerrar el encuentro sin antes destacar y agradecer —nos dice—, a quien ha sido (su) mano derecha. Por un lado, Juan Antonio Madrazo Luna. Por el otro (su) hija Jennifer de 23 años y (su) esposo. Y a un puñado de excelentes activistas que han defendido y comprendido el valor de una sonrisa y el poder la cultura”.
richardrosello@yahoo.com
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